HISTORIAS
DEL BÁCTER QUEEN (I)
“Organismos autótrofos: El término autótrofo viene del griego autos que significa mismo o de uno mismo y trophe que significa nutrición. Son aquellos que sintetizan, se alimentan, de sustancias inorgánicas y no necesitan alimentarse de otros seres vivos. Por ello se los llama productores o productores primarios y son el primer eslabón en las cadenas tróficas. Producen la materia orgánica de la que están compuestos a partir del CO2 (dióxido de carbono), el cual es inorgánico, como fuente de carbono y usan sustancias químicas o la luz como fuente de energía. De ahí, por ejemplo, la importancia del CO2 para los organismos pluricelulares que denominamos comúnmente plantas de acuario y que son, en sí mismas, organismos autótrofos (fotolitoautótrofos). Aquellas bacterias que hacen uso de la oxidación de compuestos inorgánicos se denominan quimiolitotróficos o quimiolitoautótrofos.
Organismos heterótrofos: Del griego hetero que significa otro y trophe que significa, como ya dijimos, nutrición. Luego como su término nos indica, son organismos que se alimentan de las sustancias orgánicas sintetizadas por esos otros organismos que son los autótrofos (y también de otros organismos heterótrofos como cuando una unidad pluricelular humana se come, por poner un ejemplo, a una unidad pluricelular conejo, otro organismo heterótrofo).
Sin la presencia y esencial función de los organismos autótrofos no podría existir la vida en el planeta Tierra. Es así de sencillo.
Así, los cloroplastos que se hallan en los organismos pluricelulares que son nuestras plantas de acuario (y por extensión en todas las plantas) son un tipo de cyanobacteria y son organismos autótrofos que permiten la fotosíntesis que es el proceso de convertir el CO2 y la luz solar en oxígeno y glucosa.
Como se puede ver, en el proceso evolutivo, sin organismos autótrofos ni siquiera hubiesen surgido los organismos heterótrofos y si los primeros faltasen por arte de magia (por decirlo así), desaparecerían los últimos”.
Extracto de
Aclarando Conceptos, texto recogido en
Obras Unicelulares Escogidas, tomo I, página 36.
El Ciclado. El Encuentro
—Ay ay —se quejaba desconsolada la pequeña Nocardia mientras respiraba entrecortadamente.
—¿Necesitas ayuda? —Exclamó una voz.
—¿Quién me habla?
—Soy una colega, acabo de llegar en las gotas de las 12. Veo que no tienes compañía, mi nombre es Bac ¿puedo viajar contigo?
—Como quieras, hay mucho espacio alrededor pero puedes venir. No serás un vacilón más de esos, ¿no?
—Bueno, no… aunque un poco sí; me gusta el bacile, je je.
—¿Y dices que viniste tú solita a esas horas?
—No, no, que va. Venía con otras amigas, mira, justo ahora acabo de germinar y te oí llorar.
—Oh, perdona, es que aquí hay tan poca diversión y tan poca comida… ¿No ves qué desierto se ve todo? Sólo cristales, unas arenas en el fondo y un par de piedras… les parecerá bonito pero me aburro que no veas.
—No, no, no te pongas triste, mira, yo vengo de unos laboratorios muy famosos; allí nos cultivan y luego nos hacen esporular, no te lo creerás pero hasta diez horas me costó. Luego creo que nos metieron en un recipiente, la verdad no sé mucho porque dentro de mi saquito ni me entero bien de lo que pasa, no sé ni cuánto tiempo pasó y aquí estoy. Pero una cosa sí puedo decirte; tienen grandes planes para nosotras.
—¿Grandes planes? ¡Qué emoción! —se meció nerviosa al son de la corriente que las arrastraba a ambas hacia el Gran Molino— ¿a qué te refieres?
—Pues depende de adonde nos envíen. En los tiempos previos a la Gran Esporulación les escuché hablar, que aunque ellos no lo sepan nosotras nos enteramos de todo, y decían cosas tan interesantes como que íbamos a encargarnos de iniciar acuarios por todo el mundo.
—¿Iniciar?, ¿qué es eso?
—Sí, parece que nuestra misión es preparar las cosas para que otras compañeras se instalen y hagan su trabajo. Como esas que están en esa ventana asomadas, ¡hey, hola amigas!… Qué antipáticas, ni me han devuelto el saludo… la próxima vez que pasemos por este sitio se lo voy a echar en cara.
—Oh, esas, las conozco. Una se llama Nitrosomona y la otra Nitrobácter, unas autótrofas estiradas y algo pijas, como ves acaban de alquilarse ese apartamento con vistas. Se creen superiores porque dicen que ellas hacen cosas que nosotras no podemos hacer, que si nosotras somos unas glotonas que en cuanto vemos materia orgánica nos tiramos encima y dejamos de convertir el amoníaco en nitritos y nitratos y que al final siempre tienen que venir ellas a hacer el trabajo duro, que si son mucho más productivas que nosotras, que si somos unas flojas que cuando viene el invierno y baja el ph y hasta el flagelo se te congela con la falta de oxígeno, empezamos a hacer las cosas mal y al revés y de nitratos hacemos nitritos y de estos amonio… que si patatín, que si patatán… lo dicho, unas tontas del culo.
—¡Ay!, la ignorancia es muy atrevida, hermana. Cada acuario tiene su equilibrio, sus necesidades particulares. No es lo mismo una urna de cría que un acuaterrario, ni un amazónico que un gambario. No se dan cuenta que si nosotras no les preparáramos hasta la papilla tardarían una eternidad en hacer su trabajo.
—¿Sí? Cuenta, cuenta, ¿cómo es eso?
—Pues que somos nosotras las encargadas de prepararles la comida. Somos, por así decirlo, cocineras. Partiendo del nitrógeno orgánico hacemos amoníaco y amonio. Esta receta se llama Amonización y pertenece a la Dieta del Ciclo del Nitrógeno (sólo al alcance de los grandes chefs, por supuesto).
—¿Que nosotras también somos parte del famoso club Very Important Bactery ese del Ciclo del Nitrógeno? ¡Me acabas de alegrar el día compañera!
—Sí, sí, y eso no es todo. Ellas que tanto presumen, dejan los trabajos sin terminar. La próxima vez que pasemos se lo voy a recordar —decía mientras fustigaba su flagelo en gesto amenazador— ¿Qué es eso de dejar el trabajo en los nitratos, enteradas? Que somos nosotras, nosotras, heterótrofas y a mucha honra, las encargadas de liberar a la atmósfera el nitrógeno partiendo de los nitratos, esa es mi segunda especialidad culinaria, que también forma parte de la Dieta del Ciclo del Nitrógeno, y se llama Denitrificación. ¡Toma de frasco, carrasco!
—¡Tu sí que sabes colega!
—Bueno, todo eso lo estudiábamos en mis tiempos de escuela allá en los laboratorios aquellos mientras los pluricelulares jugaban a juegos de rol en el ordenador y se mandaban watsnosequés, qué forma tienen de perder el tiempo.
—Sí, se creen muy listos pero ni siquiera saben decorar un acuario, qué inútiles que son.
—Bah, se creen el centro del universo. Pobres ignorantes, si hasta cuando hacen cosas como mover un brazo o la misma digestión ponen en marcha complicados mecanismos que envuelven a millones de nucleadas, a completos organismos especializados formados por células especializadas y a nosotras mismas, las humildes bacterias, pero de eso ni se enteran. Todo lo miden con respecto a ellos y lo que ellos ven a simple vista como punto de referencia. Si las galaxias hablasen iban a colocar a estos infantiles pluricelulares en la escala métrica en un puesto relativamente inferior que el de los átomos con respecto a ellos.
—Oye, que me está gustando tu compañía; es que me cuentas cada cosa….
—Pues a mí también me agrada estar a tu lado, que hasta los pili se me ponen a temblar. Tenemos que vernos de nuevo… ¿te parece si quedamos mañana otra vez, pero ya para cenar en el Bacter Queen?
—Por supuesto, ha sido una agradable conversación, ¡Heteros al poder!
—No amiga, hasta las estiradas pueden aprender, todas somos iguales.
—Oh, entonces… ¡Bacterias al poder!
—Sí, eso mejor, pero si queremos que esto avance vamos a necesitar también a las nucleadas y anucleadas, ¿cómo si no vamos algún día a tener peces aquí?
—Oh claro hermana, lo comprendo, entonces…. ¡Unicelulares al poder!
—¡Ahí l’as dao!
Moraleja Bacteriana: Todas hacemos falta, no se olviden de nosotras y aunque solamente conozcan a algunas de las compañeras, ahí estamos haciendo nuestro trabajo en el Gran Ciclo del Nitrógeno. Ese ciclo no dice a nadie que ha de usar forzosamente y para todos los casos unas u otras de nosotras, al contrario; nos muestra que todos estamos unidos mucho más de lo que parece.
Jesús Pérez, 2017