SPAnish
Jugando un poco con la frase original (“El Sol salió anoche y me cantó”) de la película cuya banda sonora nos ocupa hemos confeccionado el título de esta sección dedicada a compartir experiencias al otro lado de los instrumentos musicales. Experiencias, sensaciones, reflexiones… que nos ha producido la audición y disfrute de determinadas obras siendo por ello que no pretendemos hacer un análisis científico sino más bien abrir una vía, una puerta de comunicación que permita el flujo de esas mismas sensaciones y reflexiones, una ventana al corazón musical de cada uno de nosotros. Esperamos que os guste e invitamos a quienes así lo deseen, a colaborar en esta sección.
El matrimonio entre la música y el cine es algo que no nos suena extraño. Antes bien, al contrario, sí que nos chocaría una película o serie sin música. Es más, en el cine, primero fue la música; luego la voz. Música interpretada o reproducida mientras una película muda se proyectaba en la pantalla. En la mayoría de los casos, la música acompaña a la película realzando y reforzando el contenido de las escenas, e, incluso, dándole contenido pues no significaría lo mismo la más terrorífica de las escenas con una música cómica que con una música tensa. En el primer caso podría llegar a tratarse de una parodia de las películas de terror… y tan sólo hemos cambiado la música. En algunas ocasiones las películas son musicales con mayor o menor predominio de la música sobre los diálogos (cabe citar de ejemplos, entre tantos y tantos, a un lado Les Misérables o Jesus Christ Superstar y al otro Grease o Singin’ in the Rain), en otras ocasiones tratan explícitamente temas musicales como por ejemplo la dura Whiplash o la más (engañosamente) dulce La La Land, ambas bandas sonoras firmadas por un Justin Hurwitz soberbio y totalmente recomendables por cierto. Algunas recurren a la música para hablar con mayor o menor acierto de otras cosas como así sucede en High Fidelity o Swing Kids… Pero luego están las otras, aquellas que nos rompen los esquemas anteriores, y entre ellas hoy queremos hablar de una película, una banda sonora, en la que la música trasciende a la misma música como expresión artística para metamorfosearse en un puente, en un bello lenguaje para comunicar dos especies diferentes.
Con la película Close Encounters of the Third Kind (1977) Steven Spielberg firma una cinta que nos habla de relaciones, relaciones entre el ser humano que habita en este planeta y el ser humano que viene de las estrellas. De relaciones y de cómo se comunicarían esas dos especies dado que, más que no compartir el mismo lenguaje, es evidente que por su diferencia evolutiva no comparten muchas más cosas y ya sabemos, como seres conceptuales que somos, que podríamos terminar viendo nubes donde en realidad hay velas… Por lo tanto, la especie más evolucionada elige un sistema de comunicación no tecnológico, vamos que nada de enviarnos mensajitos por radio desde el espacio como en tantas y tantas pelis de sobremesa del sábado…, sino que recurren a lo más básico; usarán la atmósfera de nuestro planeta como medio de transmisión de ondas sonoras y nuestras orejitas (que ya nos vienen pegadas de nacimiento y por lo tanto tenemos la costumbre de utilizar) como los receptores… y listo. Bueno, claro, falta el cerebro que se da por sentado y en disposición de uso por no se qué extraña presunción alienígena, que traduzca cinco notitas musicales en coordenadas para un contacto et… voilà!. Ah bueno, sí, se me olvidaba; también aparecen en la peli los raritos, los zumbaos que reciben el mensaje; porque todos lo oyen (son muchos los llamados), pero casi ninguno, por esta o aquella razón, hace caso (pocos son los elegidos)…
Y hete aquí que va el Spielberg ese y elige como compositor de la banda sonora de esta película al maestro John Williams con el que previamente había trabajado en Jaws y no lo hace por casualidad precisamente. John Williams aparte de un genio capaz de usar las secciones de una orquesta de una forma increíble llevándonos en brazos desde algunos de los momentos más épicos de la historia del cine (Superman, Star Wars,…), hasta algunos de los momentos más íntimos y emotivos de la historia del cine (For Allways,…) pues que aparte de eso, es capaz el tío, con tan sólo dos notas alternadas, de pasar a la historia; lo que lo convertía en el compositor ideal para condensar un mensaje extraterrestre en tan sólo cinco de ellas.
Sensaciones, muchas, son las que produce esta música maravillosa y conste que ya desde el comienzo, desde su primer tema Opening: Let There Be Light nos ha advertido en sus escasos 47 segundos de duración, y el que avisa no es traidor, que nos agarremos que vienen curvas. Desde las desasosegantes y opresivas que podemos encontrar en Barry’s Kidnapping con una escena donde la lechosa luz, tan sólida que podría cortarse con un cuchillo, los animados juguetes y los tornillos que se aflojan aparentemente solos, se contraponen a un niño que busca incesantemente, irrefrenablemente, irracionalmente, ir hacia esa luz. Niño que no se puede detener porque si bien no es el primer llamado, sí que ha sido buscado expresamente. Tema de la infancia, de la inocencia, que en Spielberg se repite una y otra vez; baste recordar ET donde la cámara parecía mirar con buenos ojos casi tan sólo a los niños, baste recordar Inteligencia Artificial donde el robot que quería ser humano era, como no, un niño… y esta es precisamente una de las ideas clave de este gran cineasta: ante los otros humanos, esos que caminan ya por las estrellas… nosotros no somos más que niños. La cinta continúa entre descubrimientos, búsqueda personal, elecciones arriesgadas, rompimientos familiares, huidas, persecuciones y ascensiones por un monte fumigados como insectos… pero permítaseme dejar esto para que nuestro inteligente lector lo descubra por sí mismo y demos un salto al último tema; ese titulado The Visitors/Bye/End Titles en el cual Williams nos lleva desde la presentación de los visitantes de las estrellas, con esas primeras impresiones llenas de caos, tensión e incertidumbre, pasando por unos momentos de febril delirio de las cuerdas para tras un crescendo seguido de un forte súbito, ir creando un nuevo orden no exento aún de terror ante lo desconocido y es entonces, justo entonces, cuando los trinos de los instrumentos de viento señalan un nuevo amanecer para la humanidad, por el momento debatiéndose entre resistencias y temores pero donde poco a poco podemos percibir el Sol elevándose tras el horizonte, la melodía firme y amorosa tras la inseguridad inicial. Amorosos brazos maternales extendidos por la especie más evolucionada que nos rodean con firmes y expansivos movimientos, como si en una imaginaria cuna nos mecieran llevando a los pioneros terrícolas en un viaje más allá del actual conocimiento. Explosión orquestal final que nos une con mágico hilo al tema de la película Pinocchio (Leigh Harline). Pinocchio, el muñeco de madera que soñaba con ser de carne y hueso, el niño que ansiaba crecer, el homo sapiens sapiens que aspiraba a ser universal, a ser humano.
ENGLISH
Playing a bit with the original phrase (“The sun came out last night and sang to me”) from the film whose soundtrack concerns us, we have created the title of this section dedicated to sharing experiences on the other side of musical instruments. Experiences, sensations, reflections... that hearing and enjoyment of certain works has produced in us, and for this reason we do not intend to make a scientific analysis but rather open a path, a communication door that allows the flow of those same sensations and reflections, a window to the musical heart of each one of us. We hope you like it and we invite those who wish to do so, to collaborate in this section.
The marriage between music and cinema is something that does not sound strange to us. Rather, on the contrary, we would be shocked by a movie or series without music. What's more, in the cinema, music came first; then the voice. Music performed or played while a silent film was being projected on the screen. In most cases, the music accompanies the film, enhancing and reinforcing the content of the scenes, and even giving it content, since the most terrifying of scenes with comic music would not mean the same as with tense music. In the first case, it could be a parody of horror movies... and we've only changed the music. On some occasions the films are musicals with a greater or lesser predominance of the music over the dialogues (it is worth mentioning examples, among many and many, on one side Les Misérables or Jesus Christ Superstar and on the other Grease or Singin' in the Rain), on other occasions they explicitly deal with musical themes such as the hard Whiplash or the more (deceptively) sweet La La Land, both soundtracks signed by a superb Justin Hurwitz and totally recommendable by the way. Some resort to music to speak with more or less success about other things, as is the case with High Fidelity or Swing Kids... But then there are the others, those that break our previous schemes, and among them today we want to talk about a movie, a soundtrack, in which music transcends music itself as an artistic expression to metamorphose into a bridge, into a beautiful language to communicate two different species.
With the film Close Encounters of the Third Kind (1977) Steven Spielberg signs a film that tells us about relationships, relationships between the human being who lives on this planet and the human being who comes from the stars. Of relationships and how these two species would communicate given that, more than not sharing the same language, it is evident that due to their evolutionary difference they do not share many other things and we already know, as conceptual beings that we are, that we could end up seeing clouds where in there are actually candles... Therefore, the most evolved species chooses a non-technological communication system, let's not send little messages by radio from space as in so many after-dinner movies on Saturday..., but they resort to the most basic ; they will use the atmosphere of our planet as a means of transmitting sound waves and our little ears (which are already attached to us from birth and therefore we are in the habit of using them) as the receptors... and that's it. Well, of course, the brain is missing, which is taken for granted and available for use by I don't know what strange alien presumption, that translates five little musical notes into coordinates for a contact et… voilà!. Ah well, yes, I forgot; the weirdos also appear in the movie, the crazy ones who receive the message; because everyone hears it (many are called), but hardly anyone, for this or that reason, pays attention (few are chosen)...
And behold, that Spielberg goes and chooses as composer of the soundtrack for this film the maestro John Williams with whom he had previously worked on Jaws and he does not do it precisely by chance. John Williams, apart from a genius capable of using the sections of an orchestra in an incredible way, carrying us in his arms from some of the most epic moments in the history of cinema (Superman, Star Wars,...), to some of the most intimate and emotional from the history of cinema (For Allways,...) because apart from that, the guy is capable, with just two alternate notes, to go down in history; which made him the ideal composer to condense an extraterrestrial message in just five of them.
Sensations, many, are what this wonderful music produces and for the record that from the beginning, from its first theme Opening: Let There Be Light, it has warned us in its meager 47 seconds, and the one who warns is not a traitor, that we Let's grasp that curves are coming. From the disquieting and oppressive that we can find in Barry's Kidnapping with a scene where the milky light, so solid that it could be cut with a knife, the animated toys and the screws that seem to come loose by themselves, are set against a child who searches incessantly, irrepressibly, irrationally go towards that light. Child who cannot be stopped because although he is not the first call, he has been expressly sought. Theme of childhood, of innocence, which in Spielberg is repeated over and over again; just remember ET where the camera seemed to look favorably on almost only children, just remember Artificial Intelligence where the robot that wanted to be human was, of course, a child... and this is precisely one of the key ideas of this great filmmaker: before the other humans, those who already walk through the stars... we are nothing more than children. The film continues between discoveries, personal search, risky choices, family breakups, escapes, persecutions and ascents up a mountain fumigated like insects... but let me leave this for our intelligent reader to discover for himself and let's jump to the last topic; that titled The Visitors/Bye/End Titles in which Williams takes us from the presentation of the visitors to the stars, with those first impressions full of chaos, tension and uncertainty, going through a few moments of feverish delirium of the strings to after a crescendo followed by a forte súbito, creating a new order still not exempt from terror in the face of the unknown and it is then, just then, when the trills of the wind instruments signal a new dawn for humanity, for the moment struggling between resistances and fears but where little by little we can perceive the Sun rising behind the horizon, the firm and loving melody after the initial insecurity.
Loving maternal arms extended by the most evolved species that surround us with firm and expansive movements, as if they were rocking us in an imaginary cradle, taking the terrestrial pioneers on a journey beyond current knowledge. Final orchestral explosion that connects us with a magical thread to the theme of the movie Pinocchio (Leigh Harline). Pinocchio, the wooden doll who dreamed of being made of flesh and blood, the child who yearned to grow up, the homo sapiens sapiens who aspired to be universal, to be human.
Jesús Pérez.
First published in the magazine Nossomos n0 (January 2023).
EDPC CC (BY-SA)